Arte

Premio a la Excelencia
Max Ulloa

Asociación Nacional de Escultores de Costa Rica

Obra: “Solar y lunar”

Cuerpos
geométricos

serie

Ingrid Rudelman


Constantemente me pregunto qué estoy haciendo con el arte y cuál es mi propósito, en medio de esto, encuentro que principalmente me importa la comunicación de conceptos que han calado en mí a través de los años, mis raíces y las vivencias.

Tengo cuestionamientos permanentes sobre las migraciones, las políticas y vulnerabilidades sociales, la geometría, las formas tridimensionales, la estética y la construcción en sí como temas. De estos extraigo con mis respuestas, formas de concientizar a las personas sobre derechos humanos, el respeto mutuo, los valores, para que, a través del aprendizaje, pueda generar un beneficio social.

Trabajo en artes con esta óptica porque lo tengo en la genética. Mis fines de semana de infancia visitaba la fábrica familiar de muebles donde me traía a casa piecitas de madera para construir mis propias creaciones. A la vez, mi padre era médico con una gran pasión por lo social y mi madre un gran ejemplo de tenacidad y valores. Mi infancia y adolescencia estuvo llena de arte con el ballet, la pintura y el violín. Como todo, somos un compendio inseparable de lo que hemos absorbido y, a través de estas experiencias muy íntimas, mi dedicación al arte era inevitable con una profunda relación con la escultura y lo matérico siempre con una mirada hacia las personas y lo que pueda aportarles y ayudar a través de mi trabajo.

De esta forma, experimento con diversos materiales, ya sea quitándolos para llegar a su esencia, o agregándolos para construirlos. Así como la vida. Además, me interesa que mi trabajo tenga un gran respeto por la estética, así como por el estudio y el trasfondo que la sostiene, que es lo que me motiva a fusionarlos en obras tridimensionales, pero además investigativas que conglomeren experiencias de vida y las transmita a futuras generaciones desde una interacción sensorial con un homenaje a la estética.

Hago arte hecho para ser tocado, sentido, y democratizado, queriendo que el arte sea para todos.

Biografía

Mi nombre es Ingrid Rudelman, soy artista multidisciplinaria, nací el 13 de abril del 1966 en Costa Rica, hija de padres costarricenses descendientes de abuelos inmigrantes que huyeron a causa de las atrocidades del holocausto. Me crie naturalmente de una ascendencia judía, provenientes de Polonia y Austria, aunque no ortodoxa, conservadora. Soy la segunda de cinco hermanos.

 

Crecí en un ambiente familiar sano. Recuerdo pasar los veranos en la finca de la familia, donde aprendí a amar y respetar a la naturaleza. En mi juventud, durante las vacaciones trabajaba en el negocio de mi abuelo Josef, ubicado en la avenida central, aprendí el respeto por el trabajo y tomarlo con tenacidad, veía a mis padres y abuelos con un gran espíritu trabajador también.

Cursando la escuela siempre escogía clases extracurriculares en el área de las artes, como la pintura, el ballet y el violín. Al graduarme del colegio judío, el instituto Weizman, decidí estudiar diseño en la universidad Veritas.

Me casé muy joven, a los 18 años, también tuve mis tres hijos a una temprana edad, por lo que gran parte de mi vida estuve muy enfocada en mi familia, a la crianza de mis hijos y a mis trabajos como diseñadora gráfica y diseñadora interna.

 

Antes de dedicarme al arte pasé 17 años dirigiendo una empresa que empezó como diseño y fabricación de mobiliario. Con el tiempo creció el negoció y se fue convirtiendo en Intercasa, una empresa importadora y exportadora de muebles reconocida a nivel nacional.

A los 40 años descubrí una pasión por el deporte, con el tiempo me hice maratonista y ciclista de competencia. Ambas me hicieron darme cuenta de que podía lograr cualquier cosa que me propusiera, sin buscar excusas y asumiendo las metas con responsabilidad y disciplina.

Un día tuve un accidente cayéndome de la bici por un mareo, de ahí siguieron los dolores de cabeza y neuralgias del trigémino, además de una leve parálisis, luego de varias visitas a médicos y hacerme diferentes exámenes, me descubrieron una situación que estaba presionando algunos de mis nervios craneales, aunque la recomendación fue una cirugía intracraneal, decidí no recurrir a esta operación, a menos que la situación empeorara, ya que conllevaba altos riesgos. Así pase algunos años, pendiente de esta situación médica.

La vida me hizo pensar y reflexionar sobre qué quería hacer con mi vida, si quería seguir laborando en lo mismo, metida en una oficina. Así que decidí cerrar la empresa, replantear y reinventar mi vida.

Durante este tiempo liquidando la empresa se juntaron muchos pensamientos, como mi crecimiento entorno a las artes, y mi crecimiento personal como mujer. Trabajando en la empresa experimenté un poco con la escultura, iniciándome con fibra de vidrio, la arcilla y el dibujo. Ya cerrada la empresa busqué talleres formales de escultura en Costa Rica y en Italia, impulsada por el reconocido escultor costarricense José Sancho.

Así emprendí mi primer viaje sola. Fui a un taller de escultura en Nicoli, donde también estudiaron Jorge Jiménez Deredia, José Sancho y Santiago Calatrava, y sentí un entorno seguro de aprendizaje. Este viaje fue una gran experiencia que no había tenido nunca. Siempre sentí que pasé de patriarca a patriarca, pues salí de casa de mi padre a casarme y vivir con mi esposo. Tenía que demostrarme a mí misma que podía lograr las cosas.

No regresé sino hasta haber terminado mi pieza tridimensional “Cambio de Rumbo”. Seguidamente me dediqué por completo a la escultura, lo que antes fue la bodega de muebles pasó a ser mi taller de escultura y arte, y poco a poco me fui especializando, experimentando y formándome.

Más adelante, ya empoderada en la escultura, he emprendido otros viajes, aprendiendo diferentes técnicas como soldadura y procesos del bronce en la ciudad de Durango, México.

El deporte y el arte fueron instrumentos importantes para mi empoderamiento femenino.

 

Mi trabajo como diseñadora, usando reglas y compases, me ha hecho ver la geometría como un elemento esencial, mostrándose así en la naturaleza y el cuerpo humano, cómo ésta le da forma y estética a todo. Las figuras geométricas las tenemos arraigadas en nuestra psique, lo que hace que tengamos un reconocimiento, abstracto o figurativo. Todas las personas tienen una relación con la geometría, sus partes del cuerpo, el cómo acomodan las cosas, crear una continuidad en una circunferencia, la geometría está en todas partes y siempre se puede dar una referencia o solución geométrica a las cosas. Esto es inherente en mi trabajo, por lo que parte de mi trabajo es una oda a la estética y a la geometría.

Siento que la escultura es mi más fuerte forma de expresión, por medio de una forma abstracta tridimensional, donde le doy una gran importancia a que el espectador deduzca la historia que motivó mi obra. Mis raíces han calado en mí por lo que procuro que mi arte conduzca a una conciencia social y cultural.

Siempre he tenido una sensibilidad por las personas obligadas por diferentes motivos a pasar por estos trayectos oscuros, así como las familias que llevan y las que dejan atrás, al haber venido de una, tengo un constante deseo de ver una mejora en la calidad de vida de los migrantes y de los países en deterioro, donde los derechos humanos desaparecen sin nadie notarlo. Hay que instar a los gobernantes de proveer a sus habitantes de paz, salud social, trabajo, educación y prosperidad.

Esta historia que mi familia y muchísima más gente vivió y vive se da desde la evolución misma, desde épocas bíblicas, la constante migración se sigue repitiendo, causada por las represiones de sus países, las luchas por el poder, la mala calidad de vida, falta de condiciones óptimas de trabajo y salud. Sin embargo, siempre tendremos la esperanza de crear conciencia sobre estos temas, crear un cambio y lograr que pronto todas las familias puedan vivir libres y alegremente en sus entornos, sin miedos ni penas.

Constantin Brancusi

“La simplicidad es la complejidad resuelta”